Editor del Blog

EDITOR DEL BLOG



MAGREB (Lima-Perú)

En este blog puedes mantenerte al tanto de las novedades editoriales publicadas por Magreb (narrativa, ensayo y poesía), así como podrás encontrar reseñas, críticas, videos y entrevistas a nuestros autores.

Si deseas adquirir cualquiera de los títulos de nuestra editorial, o comunicarte con nosotros, nos puedes escribir al siguiente e-mail: magrebproducciones@gmail.com

viernes, 22 de octubre de 2010

Entrevista a Leonardo Aguirre por "Karaoke" (Magreb, 2010) por Carlos Sotomayor

Leonardo Aguirre acaba de presentar Karaoke (Magreb, 2010), una nueva novela en la que retoma aquella preocupación constante en sus libros: la identidad del escritor. 

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR

¿Cómo surge Karaoke? ¿En qué momento defines la estructura?
Digamos que todo comenzó en el depa que, por entonces, tenía Renato Sandoval frente al estadio de San Isidro. El propio Renato se ocupaba de organizar un partido de fulbito semanal, en el mismo estadio, y siempre clausurábamos la pichanga con una botella de tinto en la sala de su departamento. Fue ahí que conocí a los editores de Magreb, muy amigos de Renato, y fue ahí que me propusieron publicar lo que tuviera entre manos. Y lo único que tenía entre manos era una novela mediocre cuya muerte ya estaba decidida y que, además, llevaba un título para nada prometedor: Caimanes del Mismo Pozo. Por eso, porque tenía vergüenza de darles un adefesio como ése, me di a la tarea de inventar un libro nuevo. Me puse, pues, a buscar viejos textos inéditos, inéditos en libro e inéditos absolutos, y mientras los iba corrigiendo, descubrí ciertas afinidades que merecían relevarse. También, desde luego, introduje algunos párrafos de la difunta Caimanes. Y todo eso que, al principio, parecía un libro de cuentos, terminó por hacerse novela, o algo parecido, con ese truco del recital-velorio de Wilson Dormani. Este proceso, en realidad, fue muy corto: en un mes ya estaba listo el primer borrador.

En Karaoke, al igual que en tu novela anterior, indagas en torno a la identidad del escritor. ¿Es una preocupación constante?
Totalmente. Y es constante porque yo todavía no tengo certezas al respecto. ¿Qué cosa es un escritor fuera de sus libros? ¿Deja de ser un escritor cuando apaga la compu? ¿Hay vida después de los libros? ¿Vive para escribir, escribe para vivir? ¿Recuerda por escrito experiencias inevitables o fuerza experiencias para escribirlas después? Es más, ni siquiera yo mismo sé quién soy: ¿un narrador que hizo reseñas? ¿Un reseñista que probó la ficción? ¿Un narrador preocupado por el ritmo? ¿Un poeta que hace prosa? ¿Un evangélico renegado, un impío que se siente culpable? ¿Un limeño que habla con acento jaujino? Cuando me responda todo eso, dejaré de escribir.

¿Es Dormani una suerte de alter ego tuyo?
Tiene que serlo, no hay otra. No puedo cocinar un personaje sin usar mis propias tripas. Bastará con decir que Wilson es el apellido materno de mi viejo, y Dormani, el apellido materno de mi abuelo paterno. Y que también, por cierto, mi abuela materna es farmacéutica: de hecho, he pasado veranos enteros ayudando a mi abuela en el mostrador de su farmacia.

¿Consideras que en estos tiempos el escritor debe asumirse como uno más de sus personajes? Pienso en la portada de Karaoke con tu foto reiterada y en las opiniones sobre (o contra) el autor de la contraportada.
No voy a dar ninguna receta: solo hablaré de mi caso. Y mi caso, para variar, es medio problemático. Ya dije que no sé quién soy: tal vez, entonces, no sea más que un personaje. Quizás un personaje que yo inventé o quizás un personaje que los otros crearon y que yo terminé asumiendo sin darme cuenta. Es más: tampoco sé si ahora mismo estoy inventando un personaje para responder esta entrevista… Luego, sobre la tapa, el propósito no era otro que anticipar algunos temas que se discuten dentro de Karaoke: la relación entre la obra y el autor, el concepto de originalidad, qué tanto se inventa o qué tanto se cita, cómo influye la figura del autor en la recepción de la obra, etc, etc. Y Warhol, por supuesto, es un referente muy útil a la hora de tocar esas cuestiones. La contra, por su parte, además de insistir sobre los temas mencionados, también puede leerse como una coda, una prolongación, del coro final.

Tú mismo sueles decir que escribes para un público reducido. ¿Tiene que ver con tu predilección por los autores llamados “raros”?
Es verdad que no escribo ni pretendo escribir para todo el planeta. Creo que ningún escritor honesto tiene una pretensión como ésa. Más aún, yo diría que me repugna el solo hecho de pensar que, alguna vez, deba estandarizar mi prosa para entrar, por ejemplo, en el mercado español. O estandarizar, si quieres, el propio formato de mis libros (que no llegan a ser del todo cuentarios ni del todo novelas). O estandarizar la historia de modo tal que los críticos limitados encuentren con facilidad el conflicto o despachen doscientas páginas en un resumen de dos líneas. Eso por un lado. Y por el otro, aunque mi narrativa, en primera instancia, no tenga mayores afinidades con la obra de Prochazka, Gastón Fernández, Adolph, Loayza, Siu Kam Wen y el resto de raros que conversan, casi a gritos, en el capitulo final, igual debo decir que la experiencia de ser un outsider no me resulta del todo ajena. Bueno, eso de outsider suena muy elegante. Digamos, más bien, que muchas veces me sentí una especie de infiltrado, advenedizo, forastero, nowhere man. Peor: un apestado. Por ejemplo, como dije hace un instante, pese a ser limeño, tengo un acento muy peculiar con resabios, incluso, provincianos, porque me crié con mi abuela jaujina: en consecuencia, ni soy limeño del todo ni soy jaujino del todo. Luego, a pesar de haber pasado mi niñez y parte de mi adolescencia metido en una iglesia evangélica, me terminé rebelando contra la fe de mis viejos y me puse a buscar, casi con lupa, las fisuras en la doctrina: ergo, ni soy evangélico ni soy impío. Por otra parte, cosa que también he deslizado, no me sentía muy cómodo en el bando de los críticos, pues ni siquiera mis coleguitas me trataban como uno de los suyos. Y después, cuando publiqué mi primer libro, no solo era un crítico que intentaba probar suerte con la ficción: además, entre los nuevos narradores de aquel entonces, era uno de los poquísimos que no procedían de una facultad de literatura. Para no hablar, claro, de mi público desprecio por la academia. O también, incluso, podríamos hablar de los narradores urbanos que me descalifican por meta literario, y de los meta literarios que me consideran muy vulgar y callejero. En fin… El punto es que, cuando menos espiritualmente, me siento muy próximo a los escritores raros, fantasmales, ambiguos, brumosos, parias, que desfilan por este libro.

¿Se puede decir que Karaoke cierra un ciclo en tu obra?
En primer lugar, este libro tiene características muy peculiares que lo distinguen de los otros tres. En segundo lugar, antes que cerrar un ciclo, puede que Karaoke sea un libro bisagra. En tercer lugar, no sé qué diablos escriba después. En cuarto lugar, suponiendo, repito: suponiendo, que Karaoke forma parte de un ciclo, y suponiendo que luego se me ocurra continuar ese ciclo con otro libro, ¿cuál es el problema? Es decir: y si no cambio, ¿qué? O sea, ¿por qué debo cambiar? ¿Por qué algunos críticos creen que cambiar de registro es una obligación? ¿Se lo exigen a Vila-Matas?


(Crédito: Carlos Sotomayor http://carlosmsotomayor.lamula.pe/)

No hay comentarios:

Publicar un comentario


Editorial MAGREB © 2010 (Webmaster y Webeditor) | Crédito: Editorial Magreb © Copyright | Licencia de publicación de la información contenida en este blog revisar: Creative Commons.